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evolución de lo s objetos tecnicos

El Museo de las Cosas de Berlín

El Museo de las Cosas de Berlín repasa la evolución de los conceptos de funcionalidad y belleza en cuanto al diseño de los objetos cotidianos en una muestra que documenta tanto el espíritu de cada época como los cambios sociales ligados a la invención de algunos de esos utensilios.

Desde inmensos sillones tallados en madera, a las primeras vajillas de porcelana, unas rudimentarias tijeras, el tabaco para mujeres, fiambreras de plástico, lámparas de metal o jarrones de Ikea, todo tiene cabida en esta colección, recopilada durante más de cien años por una asociación de artistas, diseñadores y empresarios industriales alemanes, el Werkbund.

El recorrido histórico no sólo permite documentar el pasado europeo y la innovación tecnológica a través de baúles, jarrones y cafeteras sino relatar el devenir de una sociedad en continuo movimiento y cambio social a través del diseño industrial alemán.

relojes de sol

Relojes de sol, plumas estilográficas, ollas a presión, candiles, pizarrines, cuentos, calculadoras, caballos de cartón, videojuegos y envases de plástico. Más de mil objetos domésticos, utilizados a lo largo de la historia, se exhiben en La casa y sus maravillas, una muestra que recorre la vida de los utensilios más utilizados y analiza su repercusión en la sociedad. La exposición está dividida en 12 apartados: Al levantarnos estudia la historia del reloj; En el cuarto de baño, la importancia del agua en nuestras vidas; Preparando la cartera, el ayer y hoy de los enseres utilizados en el colegio; Las labores de la casa destaca la importancia del motor en todos los aparatos de uso casero; La electricidad en casa, del candil a la bombilla; Tener un hobby, en esta sección se incluyen aficiones como la fotografía; Escuchar música, del fonógrafo al disco compacto; Historia de la comunicación, evolución del correo al teléfono, o La historia del envase, donde se enseña la importancia del reciclaje.

La tecnología en la antigüedad y en la edad media

 

La tecnología ha sido un proceso acumulativo clave en la experiencia humana. Es posible que esto se comprenda mejor en un contexto histórico que traza la evolución de los primeros seres humanos, desde un periodo de herramientas muy simples a las redes complejas a gran escala que influyen en la mayor parte de la vida humana contemporánea. Con el fin de mantener la sencillez del siguiente resumen, se tratan con mayor detalle los desarrollos del mundo industrializado, pero también se incluyen algunos desarrollos de otras culturas.

La tecnología primitiva

Los artefactos humanos más antiguos que se conocen son las hachas manuales de piedra encontradas en África, en el este de Asia y en Europa. Datan, aproximadamente, del 250.000 a.C., y sirven para definir el comienzo de la edad de piedra. Los primeros fabricantes de herramientas fueron grupos nómadas de cazadores que usaban las caras afiladas de la piedra para cortar su comida y fabricar ropa y tiendas. Alrededor del 100.000 a.C., las cuevas de los ancestros homínidos de los hombres modernos (véase Hominización) contenían hachas ovaladas, rascadores, cuchillos y otros instrumentos de piedra que indicaban que el hacha de mano original se había convertido en una herramienta para fabricar otras herramientas. Muchos miembros del reino animal utilizan herramientas, pero esta capacidad para crear herramientas que, a su vez, sirvan para fabricar otras distingue a la especie humana del resto de los seres vivos.

El siguiente gran paso de la tecnología fue el control del fuego. Golpeando piedras contra piritas para producir chispas es posible encender fuego y liberarse de la necesidad de mantener los fuegos obtenidos de fuentes naturales. Además de los beneficios obvios de la luz y el calor, el fuego también se usó para cocer cacharros de arcilla, fabricando recipientes resistentes que podían utilizarse para cocinar cereales y para la infusión y la fermentación.

La tecnología primitiva no estaba centrada solamente en las herramientas prácticas. Se pulverizaron minerales de color para obtener pigmentos, que se aplicaban al cuerpo humano, a utensilios de arcilla, a cestas, ropa y otros objetos. En su búsqueda de pigmentos, las gentes de la antigüedad descubrieron el mineral verde llamado malaquita y el mineral azul denominado azurita. Cuando se golpeaban estas menas, ricas en cobre, no se convertían en polvo, sino que se doblaban; se podían pulir, pero no partir. Por estas cualidades, el cobre en trozos pequeños se introdujo muy pronto en la joyería.

Estos pueblos también aprendieron que, si este material era forjado repetidamente y puesto al fuego, no se partía ni se agrietaba. Este proceso de eliminación de tensiones del metal, llamado recocido, fue introducido por las civilizaciones de la edad de piedra, sobre todo cuando hacia el año 3000 a.C. se descubrió también que la aleación de estaño y cobre producía bronce (véase Edad del bronce). El bronce no es sólo más maleable que el cobre, sino que también proporciona una mejor arista, una cualidad necesaria para objetos como hoces y espadas.

Aunque había depósitos de cobre en Siria y Turquía, en las cabeceras de los ríos Tigris y Éufrates, los mayores depósitos de cobre del mundo antiguo se encontraron en la isla de Creta. Con el desarrollo de barcos capaces de navegar para llegar a este recurso extremadamente valioso, Knósos (en Creta) se convirtió en un rico centro minero durante la edad del bronce.Haz clic para ver el perfil del usuario

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